06 Mayo, 2019
Guía para comprar un coche con el carnet recién sacado

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Simula tu rentingUna de las primeras cosas que solemos hacer cuando llegamos a la mayoría de edad, cuando cumplimos esos ‘ansiados’ 18 años, es sacarnos el carnet de conducir. Una tradición, por así decirlo, que no parecen compartir las actuales generaciones. Muchos son los motivos para esta tendencia, como la proliferación de numerosas opciones de transporte o las reducidas capacidades económicas de muchos jóvenes. Este último apartado, no obstante, es algo bastante común para todos los que acceden a un automóvil por primera vez.
Esas capacidades económicas, combinadas con la escasa experiencia al volante de los noveles, influyen sobremanera en otras cuestiones como el coche que se acabará manejando los primeros años de conductor. Curiosamente, ahora que las posibilidades de movilidad son más amplias que nunca y el coche en propiedad parece ser algo secundario, es cuando los fabricantes ofrecen una mayor gama de productos entre los que elegir. Hay un coche para cada necesidad y si no conseguimos encontrar exactamente lo que buscamos, contamos con muchas opciones de personalización para configurar el coche a nuestro gusto.
Sin embargo, estas posibilidades de elección se convierten al mismo tiempo en un problema cuando nos enfrentamos a la situación, sobre todo si la compra del coche no es una prioridad. Poseer un automóvil conlleva muchas ventajas, como una libertad casi total a la hora de desplazarnos o realizar viajes. Esa sensación de libertad también es muy valorada por un nutrido grupo de personas que se deciden por tener un coche propio, aunque también están los usuarios que se ven obligados ya sea por residir en una zona con deficiencia de transporte público o por tener horarios laborales con turnos rotativos.
Fácil de conducir y con potencia moderada
Los perfiles de conductor son muchos, incluso están aquellos que acceden a un automóvil tras dejar muy atrás los 18 años. Cada uno con sus necesidades y con sus gustos, pero todos con un denominador común: la inexperiencia. Lo normal, el primer paso que suele darse en estas situaciones, es definir un presupuesto para invertir en el vehículo, un paso lógico, pero esta vez vamos a colocar en segundo lugar. Apostamos en primera instancia por seleccionar las características del coche antes de pensar en nada más; tamaño, potencia, equipamiento y motor son apartados que marcarán nuestros desplazamientos hasta poder ser una experiencia para recordar o un auténtico escollo cada vez que sea necesario usar el coche.
En el caso de los conductores noveles es más importante todavía, pues también influirá en su evolución como conductores y en su habilidad en el manejo de un vehículo. Habilidad que también se verá influida por la calidad de la formación recibida. Un coche es, sencillamente, una máquina cuyo manejo y control requiere de un aprendizaje. Si ese aprendizaje es el correcto, no importará el tipo de coche que se vaya a conducir.
De todas formas, en esto del manejo de vehículos es mejor empezar desde abajo pues las variables en la circulación son innumerables y conviene tenerlo todo bajo control. Así, el primer coche debe ser fácil de conducir, con una potencia moderada y un tamaño relativamente contenido. Durante las primeras aventuras al volante no se requiere demasiado espacio ni un motor que tenga más de 100 caballos. Por otro lado, será de agradecer que sea sencillo de aparcar, que tenga buena visibilidad en todas direcciones y un amplio equipamiento de seguridad. Es más, desde Idóneo recomendamos no escatimar ni un solo céntimo en este apartado y si es necesario, es mejor sacrificar otros sistemas como el equipo de sonido o diversos automatismos prescindibles (aparcamiento autónomo, sensores de luces, conectividad…) e invertir ese dinero en otras cosas relacionadas con la protección de los ocupantes.
Ahora sí, el presupuesto
Bien mentalizados sobre el tipo de cosas que debe tener nuestro coche, es hora de pensar en cuánto nos vamos a gastar (o cuánto podemos gastar…). La idea de hacerlo así es no desviarnos del tipo de coche marcado en un principio. Para poder entenderlo mejor, vamos a poner un ejemplo. Partimos de una base muy clara: un coche no muy grande, con no más de 100 CV, buena visibilidad en todos los ángulos y amplio equipamiento de seguridad. Para buscar un vehículo que cumpla todo esto disponemos de, por ejemplo, 20.000 euros. Esto nos limita, casi por obligación, al segmento de los utilitarios; coches como el SEAT Ibiza, el Ford Fiesta, el Opel Corsa o el Renault Clio, por enumerar algunas opciones, cumplen punto por punto con todos los requisitos y los precios no superan nuestro límite.
Si lo hacemos al contrario, primero el presupuesto y luego las características, la elección se complica porque el abanico puede abrirse demasiado y las opciones disponibles por 20.000 euros son muchas. Además, esto nos puede llevar a elegir un coche que no tenga suficiente potencia para su tamaño, haciendo que situaciones como un adelantamiento o una incorporación a autopista suponga un riesgo mayo. Un SEAT Ibiza con 115 CV se mueve con muchísima soltura, incluso cargado a tope, pero un León con esa potencia está más limitado y no tiene tanta solvencia en según qué situaciones.
Los costes asociados pueden ser un problema
Otro de los objetivos de comenzar la búsqueda de un coche definiendo sus características, es acotar los gastos asociados desde el primer momento. Un conductor con el carnet recién obtenido, al volante de un coche compacto con más de 115 ó 120 CV, se enfrenta a un seguro cuya tarifa puede ser prohibitiva. Sin embargo, en el caso de un utilitario con 90 ó 100 CV, la cuantía a pagar es algo menor.
Por otro lado, la potencia y el consumo, por lo general, van de la mano. Cuando más caballaje, más consumo. Incluso en diésel. Marcar la potencia desde el principio marcará el gasto futuro en carburante. Algo similar ocurre con los neumáticos y con el impuesto sobre vehículos de tracción mecánica. Cuanto más potente, más caro el impuesto y más ruedas gasta. Bien es cierto que entre 90 y 120 CV, la diferencia en gasto de ruedas apenas existe, pero sí puede haber un cambio de medidas que afecta al precio de sustitución.
¿Diésel o gasolina? ¿Manual o automático?
La parte del combustible del motor se puede afrontar cuando más apetezca, ya que no varía mucho el precio final ni tampoco otros gastos. Al menos de momento. Se estudia basar el impuesto de circulación (impuesto sobre vehículo de tracción mecánica) en función de las emisiones, pero por ahora no es así. En cuanto al combustible, la decisión habrá que tomarla en base a los trayectos y el uso que se vaya a dar al coche, con unas elecciones básicas marcadas desde hace mucho tiempo: muchos kilómetros al año requiere un diésel, mientras que pocos kilómetros anuales un gasolina. Esto se debe a la relación entre el coste de adquisición y el consumo. Un diésel suele ser algo más caro de comprar y para que su menor consumo sea interesante, hay que recorrer muchos kilómetros todos los años. Si no, su compra no es rentable.
Respecto a las restricciones a los motores diésel de las que todo el mundo habla, no hay de qué preocuparse ya que no existen. Las restricciones de circulación se basan en las etiquetas de la DGT, que se asignan según matriculación y motor, afectando a todos los vehículos que circulan por España.
Hemos descartado tanto los híbridos como los eléctricos por una sencilla razón: la caja de cambios es automática (los eléctricos no llevan cambio, pero su manejo es igual a un automático). Para empezar, lo mejor es decantarse por un cambio manual, ya que permite coger solvencia en el manejo de pedales y selector, así como adquirir una experiencia que permitirá conducir cualquier coche sin importar su transmisión.
¿Coche nuevo o coche de segunda mano?
Para gustos, los colores. O eso al menos se dice. Hay quien prefiere estrenar siempre y a toda costa, mientras que a otros este apartado no les preocupa. Sin embargo, hay cuestiones a considerar. El mercado de segunda mano es enorme y con un presupuesto concreto puede ofrecer más posibilidades de compra. Además, el coche de un novel se expone a una mayor posibilidad de golpes y roces, así como a un maltrato mecánico y de elementos de desgaste. Cuando es de segunda mano, golpear o romper el coche ‘duele’ menos y resulta algo más barato de reparar. Aunque no siempre ocurre así.
No obstante, según el modelo y el año de matriculación, puede tener lagunas en equipamiento. Es importante recalcar que uno de los requisitos indispensables es la seguridad, por encima de cualquier otra consideración, y no debe menospreciarse siendo el que marque si merece la pena determinados coches usados o es mejor decantarse por uno nuevo.
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