14 Junio, 2019

Motores diésel, ¿realmente contaminan tanto?

Los motores turbodiesel comenzaron a hacer acto de presencia mucho antes de lo que algunos piensas. Ya en la década de los 80 comenzaron a ponerse en circulación motores diésel sobrealimentados con unas prestaciones que podían considerarse equitativas a muchos motores de gasolina. No ofrecían la finura de funcionamiento ni el equilibrio de los actuales, pero tampoco se puede decir que los motores diésel de comienzos del Siglo XXI fueran motores silenciosos o suaves a baja revoluciones. Eran potentes, con un consumo muy reducido, pero no eran motores suaves en su funcionamiento y se notaban muchas vibraciones.

No fue hasta los años 90 cuando Audi puso en circulación el primer 1.9 TDi de 90 CV, cuando realmente se comenzó con la revolución de una tecnología que ha dominado el mercado durante más de 20 años. Sólo en España llegó a copar más del 50% de la cuota de mercado y los fabricantes fueron desarrollando esta tecnología hasta introducirla en competición y ganar pruebas tan prestigiosas y complicadas como las 24 Horas de Le Mans. El diésel dominaba el mundo e incluso llegó a dejarse ver bajo el capó de modelos deportivos y de muchos coupés. Nadie ponía en duda su hegemonía ni tampoco su limpieza, haciendo referencia a sus emisiones.

Sin embargo, en 2015 se dio comienzo al principio del fin cuando una asociación norteamericana descubrió algo extraño en los motores diésel de Volkswagen-Audi Group. Al parecer, estos habían creado un sistema de gestión capaz de detectar que estaban bajo pruebas y ensayos, para cambiar la gestión y reducir las emisiones contaminantes, para después, volver a su configuración inicial. Un desarrollo totalmente ilegal, que provocó una oleada masiva en contra de la tecnología que ha provocado una caída brutal en las ventas. Actualmente, centrados en el mercado español, las ventas de motores turbodiésel apenas alcanza el 29% de cuota de mercado.

audi s6

Guerra encarnizada contra las emisiones ¿diésel?

Desde que salió a la luz el llamado ‘dieselgate’ de Volkswagen, se ha producido lo que podríamos considerar una ‘caza de brujas’. Las administraciones han puesto en el punto de mira la tecnología diésel, se han hecho declaraciones de todo tipo creando mucha confusión e inseguridad y han potenciado una mala imagen de estos motores que no se corresponde con la realidad. Además, han aparecido muchos estudios que se contradicen unos a otros, creando mucha más confusión y restando credibilidad tanto a la tecnología, como a los fabricantes, a los propios responsables de los estudios y a los diferentes gobiernos.

Por un lado, los motores diésel siempre han emitido menos CO2 que los propulsores de gasolina. Un heche en el que se apoyaron los propios gobiernos para proclamar las tecnología diésel como el futuro para la movilidad al reducir el efecto invernadero, culpable del calentamiento global que sufrimos. Las campañas fueron numerosas y de toda índole, pero el mensaje era el mismo: comprate un diésel, que son más limpios. Ahora, ellos mismos abogan por retirar estos propulsores del mercado, alegando que son más contaminantes y que puede provocar enfermedades muy graves en las personas.

A esto debemos sumar los mencionados estudios. En 2017, por ejemplo, Scientific Reports publicaba un estudio realizado en seis países donde se aseguraba que los motores diésel eran menos contaminantes que la gasolina debido a la mayor complejidad y mayor número de soluciones para la reducción de las emisiones. Declaraciones que se apoyaban en diversas pruebas sobre emisiones de partículas carbonosas (PM), un compuesto que contiene aerosol orgánico primario, carbono negro y sobre todo aerosol orgánico secundario, que contienen ciertos elementos que causan daños en los tejidos pulmonares. Estas emisiones son mayores (entre un 10 y 62 veces más, según temperatura) en los motores de gasolina.

En 2018 se publicaron más estudios y entre ellos, uno realizado por The Real Urban Emissions Initiative (TRUE) entre 2011 y 2017, afirmaba que los diésel emitían hasta 18 veces más de partículas de NOx que lo permitido por normativa. El estudio, que tuvo como objetivo más de 370.000 vehículos en Francia, España, Suecia, Suiza y Reino Unido, se basaba en el análisis de un haz de luz: el rayo de luz atraviesa el flujo de gases que emana del tubo de escape y, dependiendo de la luz absorbida, se puede conocer la concentración de los compuestos. Al mismo tiempo, ACEA (Asociación de Conductores Europeos Asociados) decía que era un estudio engañoso porque no se habían estudiado las emisiones de los coches que cumplian con la normativa Euro 6d, una de las más restrictivas en cuanto a emisiones contaminantes.

Un toma y daca que ha continuado en 2019, con varios estudios que nuevamente se contradicen. En el mes de abril de 2019 la publicación Automobilwoche recogía los resultados de uno de estos estudios publicado por la agencia DPA y realizado por el profesor de física de Colonia, Christoph Buchal, que supuestamente demostraba que los coches eléctricos emiten más CO2 que los coches diésel. Christoph asegura que, al menos en Alemania, un coche eléctrico supondría una carga climática de entre un 11 y un 28% mayor que un coche diésel. Al parecer, el estudio analiza toda la vida del automóvil desde que comienza a fabricarse hasta que completa su vida comercial y termina en el desguace, más la suma de la contaminación generada en la obtención de la electricidad que almacenan sus baterías y hasta la energía consumida en la extracción de los materiales para su fabricación. Evidentemente, muchos han sido los que han criticado el estudio y han afirmado que si se analizara lo mismo en el caso de los motores diésel, el resultado sería el contrario y los eléctricos contaminarían menos.

El caso es que poco después, apenas unos días de diferencia, la Universidad Politécnica de Valencia publicó un estudio (otro más) que nuevamente, apoya los motores diésel. Según sus análisis, publicado por El Mundo y la revista Energies, los vehículos diésel son más limpios que los de gasolina. Si todos los diésel con más de 10 años se cambiaran por modelos más modernos (que cumplan la normativa Euro 6d-TEMP), se reduciría la concentración de CO2 en las grandes ciudades un 6%, y hasta un 22% en carreteras. Si por el contrario, el cambio fuera por un motor de gasolina, aumentaría un 2%. Además, José Ramón Serrano, investigador del Instituto CMT-Motores Térmicos de la Universidad Politécnica de Valencia, los eléctricos no son una solución a corto-medio plazo dada la falta de infraestructura. El problema de este estudio es que se ha realizado en un banco de pruebas de la citada universidad a lo largo de seis meses y no en carretera en condiciones reales, aunque afirman que se han tenido en cuenta valores de altitud sobre el nivel del mar, un parámetro que influye mucho en las emisiones.

motor audi s4

Los motores diésel modernos no son tan contaminantes como se cree

Con todas estas declaraciones, estudios contradictorios, nuevos modelos de movilidad y acciones desde gobiernos e instituciones, se ha conseguido sembrar la incertidumbre y la inseguridad en todos los usuarios. ¿Qué pasaría si me compro un diésel? Nada, no pasa nada porque los motores diésel son, en realidad, mucho más limpios que los de gasolina. Se ha hablado largo y tendido sobre esto, aunque la duda siga como algo mayoritario entre los consumidores. Por ejemplo, los motores diésel incorporan un filtro antipartículas que elimina casi el 100% de las partículas no quemadas en la combustión, unas partículas que son las culpables de las ‘boinas’ de color gris y gris oscuro que se pueden apreciar sobre las ciudades con mayor número de habitantes. Si le sumamos el sistema ‘AdBlue’ con inyección de urea, tenemos una reducción drástica de las emisiones de óxidos nitrosos (NOx) y no debemos olvidar que un motor diésel emite hasta un 25% menos de CO2 que un gasolina.

El principal problema son los motores diésel más antiguos, aquellos con más de 10 años. Si esos motores se retiraran de la circulación, la contaminación descendería muchísimos enteros, pero no todo el mundo puede o está dispuesto a cambiar un coche que funciona a la perfección y que cuando se compró era totalmente legal. De hecho, sigue siendo legal, pero buscar cambiar la situación y obligar a cambiar el coche por uno menos contaminante sin tener en cuenta las posibilidades económicas de la gente. Además, todos aquellos que pueden cambiar de vehículo están dando la espalda al diésel y eligen la gasolina, una acción que combinada con la tendencia SUV (peor aerodinámica, más peso, más consumo y más emisiones) ha provocado una aumento de las concentraciones de CO2.

De hecho, en lugar de tirar la toalla con el diésel y apostar por otras tecnologías, como han hecho marcas como Toyota (no venden diésel y lo han invertido todo el hibridación), Volkswagen-Audi ha seguido creyendo en el gasóleo y la mejor muestra de ello es el lanzamiento de varios modelos deportivos equipados con motores TDi, tales como el nuevo Audi S4, Audi S5, Audi S6 y Audi S7. Todos ellos montan un motor diésel V6 con 349 CV y 700 Nm de par, anunciando consumos por debajo de los ocho litros y emisiones de CO2 que alcanzan los 208 gramos por kilómetro. Un cambio que ha sorprendido a muchos usuarios y que contrasta fuertemente con la tendencia actual.

Hay un estudio del organismo alemán TÜV Nord, que pone en tela de juicio los actuales motores de gasolina ‘downsizing’ (motores de poca cilindrada y diversas tecnologías como el turbo, que buscan no perder prestaciones pero bajar al máximo las emisiones). Según los datos ofrecidos por este análisis, los motores de gasolina de baja cilindrada e inyección directa, contaminan hasta 10 veces más que un motor diésel y nada menos que 1.000 veces más que los antiguos motores de inyección indirecta y mayor cilindrada. TÜV Nord afirma que se han reducido las emisiones de CO2, pero se han aumentado considerablemente la emisión de partículas como el NOx, hidrocarburos no metanos o monóxidos de carbono.

Conclusión/Opinión

Es evidente que cualquier vehículo que funcione quemando combustible fósil contamina. Es un hecho y no importa si quema gasolina, gasóleo o gas natural. Lo único que no contamina es la electricidad o la pila de combustible, pero actualmente no son opciones ‘reales’ por la falta de infraestructura, por la falta de información y por supuesto, por la forma que se tiene actualmente de obtener electricidad o hidrógeno: quemando combustible fósil. Y ojo, que no contamina durante su funcionamiento, habrá que ver cómo se gestiona todo lo concerniente a la reutilización de baterías por ejemplo.

Los motores diésel contaminan, no hay más que hablar. Pero la realidad es que no contaminan tanto como nos quieren hacer creer. El problema, aunque suene repetitivo, son los diésel con más de 10 años y si quieren sacarlos de la circulación, tendrá que promover ayudas y beneficios varios para que la gente pueda acceder a un coche nuevo. No todo el mundo puede permitirse pagar entre 250 y 350 euros al mes (de media) durante al menos cinco años, más un seguro que será más caro y unas revisiones cuyo coste será más elevado. De todas formas, si puedes permitirtelo y estás pensando en un diésel, no te preocupes, llévatelo a casa sin miedo alguno.